Imágenes

Origen

nazareno

Es la verdadera seña de identidad de la cofradía, y la devoción hacia su imagen titular, el Nazareno de Santiago, ha sido mantenida generación tras generación.

Sin embargo poco se sabe de la imagen del Cristo. Tradicionalmente los riosecanos han venido atribuyendo la imagen al gran escultor de Sarriá avecindado en Valladolid, Gregorio Fernández (1576-1636).

La primera referencia conocida hacia la valía de los conjuntos de la Vera Cruz fue realizada por el viajero Antonio Ponz en su Viaje de España (1783). Posteriormente Juan Agapito y Revilla en su artículo del boletín de la real academia de la Purísima Concepción de Valladolid titulado Esculturas de Gregorio Fernández en Medina de Rioseco*”* (1944) atribuye ciertas esculturas del convento de San José a este gran imaginero y vuelve a ahondar en la gran calidad del Jesús Nazareno de Santiago, si bien no formula ninguna atribución.

Los investigadores posteriores han ido descartando tal autoría y no se ha incluido en los catálogos y monografías dedicados a Fernández, planteando nuevas atribuciones. Así, el investigador riosecano Esteban García Chico anota en la ciudad de los Almirantes (1945) que

la talla de Cristo con la cruz a cuestas fue labrado por un escultor de la escuela vallisoletana posiblemente discípulo de Gregorio Fernández.

, palabras que copia en el Catalogo Monumental; en la 2ª edición de Los templos riosecanos (1955) señala que es del taller de Gregorio Fernández. Posteriormente Jesús Urrea Fernández, pregonero de la Semana Santa riosecana del año 1996 y actual director del Museo Nacional de Escultura de Valladolid apuntó como posible autor a Francisco Diez de Tudanca en el Cuaderno Vallisoletano dedicado a la Semana Santa (num.24,1987), que hizo eco el catedrático Salvador Andrés Ordax en el capitulo dedicado a Medina de Rioseco en Semana Santa de Castilla y León (1993).

La imagen de Jesús Nazareno de Santiago es desde luego una de las tallas más importantes de la Semana Santa riosecana, que se caracteriza, por otro lado, por la alta calidad de sus conjuntos procesionales. Cristo avanza en una posición vacilante, con la pesada carga de la cruz. Una cruz que hunde su hombro y a la que se agarra con las dos manos. Junto a sus pies, desnudos, se arremolinan los pliegues de la túnica, tallados para crear mayor movimiento pero dejando traslucir la anatomía debajo del manto, la posición flexionada y dulce de la pierna izquierda, uno de los detalles que muestran la gran calidad del artífice. El rostro de Cristo, algo inclinado, muestra serenidad y calma. La barba y el cabello están tratados a partir de gruesos mechones con formas curvilíneas que denotan, junto a otros rasgos, ciertos recuerdos de la plástica manicrista. La talla sufrió una drástica restauración en 1965 que afecto especialmente a la parte policromada.

Conocemos una imagen de finales de 1901 en la que completaban el conjunto dos sayones, probablemente de cartón piedra, de tamaño mas reducido que el de la imagen titular. Uno iba detrás de Cristo, amenazándole con la lanza, mientras que el otro abría el cortejo sosteniendo el cordón que rodea el cuello del Nazareno con la izquierda y tocando un cuerno con la derecha. Según la tradición, los sayones fueron sustituidos por orden del obispo de Palencia para evitar el mote malsonante de “El cornudo” precisamente por ese sayón. Fue entonces, seguramente hacia finales de la segunda década del siglo XX cuando, por esta razón y seguramente por el escaso mero artístico de los sayones, se encargaron dos nuevas imágenes que repetían las mismas actitudes: un sayón con una lanza y delante un centurión que sostiene la soga y toca, en este caso, una trompeta. Estas dos obras fueron realizadas por Claudio Tordera policromadas por Gabriel Osmundo Gómez (1925).

Época reciente: música y nuevo conjunto procesional

Desde el año 1995 la cofradía cuenta con banda propia de cornetas y tambores, y recientemente desde el año 2000 la cofradía procesiona un nuevo paso: La Verónica, obra del escultor leonés José Ajenjo Vega, conjunto compuesto por la imagen de Cristo con la cruz a cuestas delante del cual se disponen las tallas de la Virgen María y la Verónica, personificación de la mujer que enjuagó la faz de Cristo, imprimiéndose milagrosamente en el Vero Icono, custodiado durante siglos en San Pedro del Vaticano.

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Este grupo ha sido realizado en madera de abedul. La figura del Nazareno mide 1.80m, y la Virgen y la Verónica 1.77m cada una de ellas. Las encarnaciones se han realizado al óleo por seguimiento de veladuras. Los ropajes han sido trabajados sobre temple, y las grecas y los buriles se han realizado con tratamiento de temple sobre oro de sobrefondo tratado al bol.

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Como síntesis de este magnífico grupo, podemos conluir que el Nazareno marca el seguimiento de sobriedad y expresividad de Gregorio Fernández, la Virgen la bellaza airosa y armónica de Juan de Juni, y la Verónica enmarca la dulzura al mejor estilo de Francisco Salzillo.